Jesús nos está
invitando a que hagamos suyas sus palabras, a completar con perfección la
misión que nos ha encomendado a cada uno de nosotros, para al final poder
afirmar con seguridad que todo ha sido completado según la voluntad de Dios.
Por
ese motivo, los invito a volver a mirar la Cruz, pero esta vez con los ojos del
alma, desde lo más profundo de nuestro corazón. Aprendamos cuál es el
significado real que debe tener la Cruz para todo cristiano, para todos
nosotros. Aprendamos con la Cruz lo qué es la pobreza de espíritu, la caridad,
la humildad. Si la vamos a llevar colgada en el pecho, de ahora en adelante, es
como símbolo del sacrificio de Jesús por nuestros pecados, para proclamar o
anunciar que Cristo murió por nosotros para darnos una vida nueva, por tanto,
que se nos note que somos cristianos, evangelizadores, profetas, sacerdotes y
reyes. Que se nos note en el comportamiento, en el proceder. No la usemos de
adorno, hagamos que tenga sentido ese sacrifico.
Jesús
murió siendo fiel a sí mismo y aceptó la muerte por amor al Padre. Todo estaba
previsto. Todo el plan de Dios estaba perfectamente completado. Las palabras de
Jesús en la Cruz: “Consumado es”,
significa que todo lo escrito está cumplido. Cristo, con su muerte pagó
el precio completo de nuestra redención. Todo fue llevado a cabo a la medida
perfecta. Todo se cumplió
para:
- Que hubiera perdón para todos. (Primera palabra)
- Dar consuelo a aquellos que buscan la reconciliación con Dios. (Segunda palabra)
- Dejarnos a una madre que velara por nosotros; para que no nos sintiéramos solos. (Tercera palabra)
- Fortalecer la fe. (Cuarta palabra)
- Que Cristo se convirtiera en nuestra fuente de agua viva. (Quinta palabra)
Con
este acontecimiento se abre el camino de la nueva vida. Jesús vino a
demostrarnos que no está muerto quien cree en el Padre, y que resucitaremos con
Él a una nueva vida, con la ayuda del Espíritu Santo. Todo se trata de renovar
nuestra fe.
Enseñó
a sus discípulos y a toda su iglesia (a nosotros) a aceptar de la misma forma que
Él lo hizo, una vida llena de pruebas; pero que pueden ser superadas
acercándonos al amor del Padre y cumpliendo su santa voluntad. Lo que nos debe
llevar a entender que para que nuestra vida cristiana se fortalezca, se
renueve, no decaiga ni se debilite, hay que dejar la pereza (flojera,
comodidad) y la actitud pasiva. Hay que entregarnos en manos de nuestro Padre
Dios y aceptar la invitación de Jesús a un compromiso mayor.
El
Papa Francisco en una de sus homilías más recientes ofreció tres consejos para
todo cristiano que desee acercarse más a Dios:
- Profundizar en los evangelios para conocerle más.
- Cargar con la cruz.
- Mantener una fe viva.
Vamos
a ampliar esos tres aspectos del cristiano. Para llevar una vida cristiana
conforme a la voluntad de Dios se requiere de nosotros:
- Estar conscientes de nuestro compromiso con Dios y por ende, con la iglesia. Esto equivale a estar convencidos de que tenemos que cultivar seriamente nuestra relación con El, conocerle más, de abandonarnos a su perdón, de contemplarlo, amarlo y sentir su presencia en nuestras vidas, en todo lo que hacemos y decimos.
- Ser perseverantes en la oración. Buscar la presencia de Dios en el silencio, en nuestro interior. Purificarse, meditar y reflexionar antes de comenzar o terminar el día.
- Mantener una buena práctica en la fe.
- Escuchando la palabra, creyendo en el Padre y llevándola a la práctica diaria.
- Aceptando lo que no podemos cambiar, pero manteniéndonos en pie de lucha. Pidiendo al Señor que nos de fortaleza, nos ayude a sanar nuestro interior (porque el exterior es secundario) y nos saque de la comodidad para trabajar en lo que Él nos pida.
- Evangelizando: Dar a conocer a Cristo y todo lo que Él tiene para ofrecernos, su vida entera. Sin temor a qué decir, porque el Espíritu Santo hablará por nosotros. Pero recordando que antes debemos prepararnos espiritualmente.
- Participando de los sacramentos. Reconoce tus faltas, procura confesarlas y enmendarlas, y participa de la Cena del Señor.
- Dar ejemplos de amor y de misericordia: ayudar a los demás a acercarse a Dios.
En todo esto
radica nuestra salvación, la vida eterna, el cumplir la voluntad del Padre
manifestada en las obras. Porque la fe sin obras no existe. Debemos tomar conciencia de que
hay que vivir una verdadera y profunda conversión, de que hay que “comenzar a
curar las llagas y las heridas” mismas de Cristo en nuestro corazón y en la de
tantos que sufren a diario de hambre, desesperación, opresión, abandono,
tristeza, pobreza, enfermedad. En cambio, llevemos amor, justicia, alegría,
consejo, salud, alimentos, compañía, esperanza y fortaleza, paz. Porque todo esto se cumplió en Él. Quien da estos
pasos, seguro pasará de la muerte a la vida. Eso es precisamente lo que vino a
enseñarnos Jesús, el camino a seguir. La senda ya está prevista para cada uno
de nosotros.
Meditemos en
qué tipo de cristianos somos, ¿En qué momento perdimos el camino? ¿En qué
momento perdimos el significado de estas palabras de Jesús? Todo se ha
consumado. Todo está cumplido. Con sus palabras nos dio a entender que lo ha dado todo por nosotros. Que
ha cumplido con la voluntad del Padre y que ahora nos corresponde hacer lo
mismo. Imitar el ejemplo de Cristo. Valoremos lo
que Él hizo por la humanidad, permitamos que se cumpla en nosotros su
redención. Si todo se cumplió en Él, pues ahora nos toca seguirle; enderezar
nuestro camino. En esto estriba la esencia de la vida cristiana. Ser hombres
nuevos y mujeres nuevas. Comenzar a vivir una vida plena en Cristo,
respondiendo a su llamado. Perseverar en la fe, la oración y el compromiso con
Dios. Ahora nos toca a nosotros cumplir.
3 comentarios:
¿Cuales son las referencias?
Me parece bien porque es una endeñanza a nosotros.como iglesia
No entiendo
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