domingo, 31 de marzo de 2013

Tercera Palabra de Jesús en la Cruz (Reflexión) (Jn. 19,26-27) "Mujer, ahí tienes a tu hijo. Hijo, ahí tienes a tu madre"

“Cada una de las siete palabras permite visualizar y apreciar la importancia de la cruz” (Monterroza, 2012). En esta tercera palabra, Jesús, en la cruz, después de pedir el perdón para los demás; se dirige a los suyos. A su Madre, María, y a Juan, su hermano del alma, de pie junto a la cruz. Y, en ellos, a todo su Pueblo, a su Iglesia (San Vicente Martir, s.f.). 

Hoy tenemos que fijar nuestra mirada en María, como modelo de generosidad y de entrega, fortaleza de espíritu junto a la cruz. El Papa Juan Pablo II, en una de sus encíclicas presenta a María como la Madre de Cristo... dada al ser humano - a cada uno de nosotros, y a todos - como Madre. El hombre al pie de la cruz es Juan "el discípulo que tanto quería” (San Vicente Martir, s.f.). 

La presencia de Juan y María junto a la Cruz fue para Jesús un motivo de alivio, pero, a la vez, tuvo que producirle un enorme dolor; al ver que su muerte en la cruz produciría sufrimiento en el interior de su Madre (Jiménez Arias, 2011). Es la hora en que se vive en la Cruz, el amor hasta el extremo y que se actualiza en cada Eucaristía (López Amozurrutia, 2005). “Este acto recíproco se interpreta como demostración de que no sólo hay que recibir amor, sino saber darlo sin importar las circunstancias” (Las Siete Palabras, 2013).

Con la muerte de Jesús, María quedaba desamparada, una mujer que iba a perder a su hijo. “Jesús y María vivieron en la Cruz el mismo drama de muchas familias, de tantas madres e hijos, reunidos a la hora de la muerte” (Jiménez Arias, 2011). 

Pero la presencia de María junto a la Cruz no es simplemente la de una Madre junto a un Hijo que muere. Su presencia va a tener un significado mucho más grande. Jesús en la Cruz le va a confiar a María una nueva maternidad (Jiménez Arias, 2011), - no la maternidad biológica, sino esta vez la maternidad espiritual. - Es el gran momento de la redención. Ante Dios y el mundo, María, es proclamada Madre de todos los hombres, de todos los cristianos. En ella tendremos una muestra del amor maternal de Dios. La Virgen María continuará teniendo un hijo y, con él representados, miles de millones de hijos, la gran familia de Jesús. Hermanos de un mismo Padre, confiados al consuelo de María, Madre de la Iglesia. De ahí la importancia de la oración a María, para que nos ayude a vivir fielmente la vida cristiana (San Vicente Martir, s.f.). Para que unidos a ella, en una misma fe, luchemos por defender la vida y los valores del Evangelio de Jesús.

Y desde aquella hora el discípulo Juan la acogió en su casa…(San Vicente Martir, s.f.) Nosotros también hemos recibido la misma encomienda, de hacer de nuestro hogar, la Iglesia, la casa de nuestra Madre María. Con este acto, se nos deja un ejemplo para que todos podamos seguir creciendo espiritualmente, edificando la Iglesia de Cristo, como verdaderos hermanos de Jesús. Una iglesia que inspire, que esté presta a recibir al desamparado, al necesitado, a ser consuelo de los afligidos, refugio de los pecadores, auxilio de los cristianos. 

¿Y cómo podemos edificar nuestra Iglesia? No solo poniendo nuestra iglesia bonita y bien arreglada, sino mediante la lealtad, el compromiso, la constancia y la común unión entre los hermanos, en presencia del Espíritu Santo. Mediante la obediencia a la palabra de Jesús, basada en las enseñanzas de los apóstoles. Mediante la oración continua; el buen ejemplo, el fortalecimiento de los sacramentos y viviendo los evangelios… con el amor al prójimo, tomando en cuenta las necesidades de los más pobres y de los enfermos, y por supuesto, con el crecimiento en la fe. 

Dios quiere que cada uno de nosotros se involucre y que tengamos cuidado de nosotros mismos, de no caer. Y si caemos, saber levantarnos. A todas ustedes mujeres, les digo, tenemos “en la Virgen María un modelo perfecto de Mujer y Madre” (Diócesis de la Dorada, s.f.), sigámosla. Y a ustedes los hombres, como discípulos de Jesús, continúen su apostolado, comprometidos “mediante la palabra y el sacramento” (Izquierdo, 2010).

Oremos: “Oh Jesús, hijo de María, junto a la Cruz, tu madre está de pie, conmovida; a su lado, tu discípulo amado” (López Amozurrutia, 2005). “Oh, Señor Jesús, que, en la hora suprema de la cruz, no las diste por Madre; haz que sepamos imitar su fidelidad y que vivamos fielmente como miembros de la Santa Madre Iglesia” (San Vicente Martir, s.f.). “Recibiendo la bendición de ser hijos de María, queremos ser entrega y acogida en el seno de tu Iglesia” (López Amozurrutia, 2005). Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.


Junto a la cruz
Referencias: 

Diócesis de la Dorada, G. (s.f.). Las siete palabras. Recuperado de http://www.diocesisdeladoradaguaduas.org/docs_semana_santa/las_siete_palabras_viernes_santo.pdf

Izquierdo, A. (2010). Siete palabras para siempre. Recuperado de http://jesusamigo.wordpress.com/tag/catolica/

Jiménez Arias, J. (2011). Las siete palabras de Jesús en la Cruz. Recuperado de http://conferenciasypredicas.over-blog.com/article-las-siete-palabras-78814606.html

Las Siete Palabras. (2013). Recuperado de http://es.wikipedia.org/wiki/Las_Siete_Palabras#Tercera_Palabra

López Amozurrutia, J. A. (2005). Reflexión de las Siete Palabras de Cristo en la Cruz. Tlalpan. Recuperado de http://www.amoz.com.mx/Reflexi%F3n de las Siete Palabras de Cristo en la Cruz 2005.pdf

Monterroza, F. (2012). Las 7 Palabras de Jesús en la cruz y su significado: Tiempo de Esperanza. Recuperado de http://www.sitiodeesperanza.com/2012/04/las-7-palabras-de-jesus-en-la-cruz-y-su.html

San Vicente Martir, Parroquia. (s.f.). Las siete palabras de Jesús en la Cruz. Recuperado de http://sanvicentemartirdeabando.org/triduo_pascual/viernes/siete_palabras.htm

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