Las lecturas de este décimo noveno
domingo del Tiempo Ordinario (Ciclo A) nos invitan a buscar a Dios en el
silencio… tomemos el ejemplo del mismo Jesús, que siempre se apartaba a solas y
en silencio para orar y comunicarse con el Padre; también los ejemplos de Elías
y Moisés que subieron al monte de Dios para entrar en contacto con Él. Aunque
se piense lo contrario, los seres humanos tenemos la capacidad para acallar los
ruidos del exterior- hacer silencio dentro
de nosotros, centrar nuestros pensamientos y buscar la paz en nuestro interior; ahí es donde obra el Espíritu
Santo. Por supuesto, ayuda mucho un ambiente de recogimiento, disposición para
orar y querer escucharle. No esperes que llegue a ti como disturbio, ni como
tormenta, ni como una gran ráfaga de viento impetuoso. Él llegará a tu corazón como brisa suave, cálida y
acogedora… en el silencio de tu interior.
Eso es precisamente a lo que
Dios nos invita hoy… a descubrir qué es lo que Él quiere de nosotros en medio
de las dificultades, a escuchar a Dios en medio de la tormenta. Solo necesitamos
aprender a silenciar ese tumulto de ideas, ansiedades y pensamientos que nos
agobian, y nos hace flaquear o dudar de su amor. Pensemos en Pedro y los demás
discípulos, cuando Jesús se les acercó caminando sobre las aguas en medio de
fuertes vientos, diciéndoles que no tuvieran miedo. Como dijo Padre Jairo Salazar en la liturgia de ayer sábado: "Dios tiene el control de
nuestras vidas, nos ama y nos invita a confiar en Él". No perdamos la fe, como
Pedro, en ese momento de dudas cuando bajó de la barca y echó a andar sobre las
aguas. Acercándose a Jesús, sintió la fuerza del viento, le dio miedo y comenzó
a hundirse. ¿Por qué dudó? Porque en su corazón había un mar de problemas que
con fuerza lo tenían cautivo y no podía darse cuenta de que Dios estaba con él; precisamente
el mismo mar de problemas que agobian actualmente a la humanidad. Somos hombres
y mujeres de poca fe.
Recordemos que Jesús le
extendió la mano a Pedro, lo agarró para que no se hundiera, e inmediatamente
que subieron a la barca el viento se aplacó. Hoy, al igual que a Pedro, Dios nuestro
Padre, nos hace una extensión de su amor… nos ha enviado al Espíritu Santo para
sujetarnos y que no sucumbamos ante las adversidades. Nos toca invocarlo y
sentir su presencia en nuestras vidas como brisa suave. También "envía a sus ángeles
para ayudarnos, pero tenemos que aprender a fiarnos de su santo espíritu y de
Jesucristo nuestro Señor, nuestro salvador, el amigo que nunca falla" (Salazar, 2017). No condicionemos
la salvación que Dios nos ofrece, por el contrario aceptemos que Él está en nosotros
y confiémosle nuestras vidas.
Quiero hacerles una petición
especial, cuando entren en su aposento y en el silencio, oren especialmente por
la restauración de la paz en el mundo. Cristo nos pide hoy que nos mantengamos
unidos en oración y nos acerquemos más a Él. Así sea.
"Dios es el sembrador y nosotros la tierra en donde Él deposita su semilla. El tema es de grande interés, se trata de la colaboración entre la gracia de Dios (la semilla) y la aportación de la libertad humana (la tierra). No es suficiente recibir una buena semilla, un buen mensaje, una palabra que me motive a mejorar mi vida; es necesaria una buena tierra, es necesaria la disposición interna y personal de cada uno de nosotros... En la dinámica del Reino de los Cielos, la semilla es la Palabra de Dios, y su calidad es inmejorable. La Palabra de Dios es creadora y recreadora. La Palabra de Dios tiene esa fuerza interna que sana y que vivifica, que cambia y que renueva... Es tiempo, de revisar la textura de nuestra tierra a la que Dios le envía continuamente la lluvia de su bondad, esperando frutos de amor. Creo que cada uno de nosotros somos esa buena tierra a la que solamente le falta arreglarla un poco para que dé más frutos de los que está dando o para que dé los frutos que no ha dado. Somos una tierra a la que, posiblemente le falte la acción efectiva del Espíritu Santo." (Por Pbro. Armando De León Rodríguez)
Composición hecha para un momento de oración, donde buscamos ser guiados por Dios.
Esperamos les sea útil. Bendiciones!
VEN, SANTO ESPÍRITU LAEC, msp
(capo 2)
Re la sim Ven, Santo Espíritu de amor La sol re mim la Y sé mi fuerza en la tribulación. Re fa# sim Ven, Santo Espíritu de Dios, La sol mi la fa# Defensor dela verdad, transforma mi corazón; Sim la Y con tu fuego abrasador Sol la Enciende en mí una luz Sim la sol la re Que me muestre el camino para llegar a ti.
Sol# Ven, suave brisa a purificar el mundo, Sim la sol fa# Ven, dulce huésped del alma que a ti clama. Mim sim Oh... (más)
1Cuando llegó la fiesta de Pentecostés, todos los creyentes se encontraban reunidos en un mismo lugar. 2De pronto, un gran ruido que venía del cielo, como de un viento fuerte, resonó en toda la casa donde estaban. 3Y se les aparecieron lenguas como de fuego, repartidas sobre cada uno de ellos. 4Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas según el Espíritu les daba que hablasen. (Hechos 2, 1-4)
Hoy se transmite la celebración de preparación a la Fiesta de Pentecostés desde la Plaza de Toros La Macarena en Medellín, Colombia. Por lo que, desde Puerto Rico, me uno a este evento tan bonito e importante para la Iglesia Católica y así llevar esta transmisión al mundo. Con fe, participemos de esta celebración desde nuestros respectivos países.
Dándole gracias a Tele VID por la transmisión del evento y a Fernando Casanova por su gran predicación. Amén. Aleluya.
Encontré otro acrósticoescrito por Mariela Pena sobre Pentecostés, el cual comparto con ustedes:
=== PENTECOSTÉS ===
P asados 50 días de la Resurrección de Cristo, E l Espíritu Santo llegó a los APÓSTOLES como fuerte viento. N otándose como unas llamas de fuego sobres ellos. T odos estaban reunidos en oración con la Santísima Virgen María. E llos tenían miedo, estaban tímidos y débiles, no querían salir. C on su llegada se hicieron fuertes y valientes para salir a predicar. O tro intercesor y consolador que se quedará con nosotros por siempre. S u Espíritu Santificador, guía al Papa, sacerdotes y religiosos en la T otal enseñanza de la fe cristiana, y reparte los dones como regalo de amor. E l Espíritu Santo vivirá en nosotros, si permanecemos en gracia. S omos templo del Espíritu Santo. Pidamos la gracia de vivir en su amor.
Les impusieron las manos y recibieron el Espíritu Santo.
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaria y predicaba allí a Cristo. La multitud escuchaba con atención lo que decía Felipe, porque habían oído hablar de los milagros que hacía y los estaban viendo: de muchos poseídos salían los espíritus inmundos, lanzando gritos, y muchos paralíticos y lisiados quedaban curados. Esto despertó gran alegría en aquella ciudad.
Cuando los apóstoles que estaban en Jerusalén se enteraron de que Samaria había recibido la palabra de Dios, enviaron allá a Pedro y a Juan. Estos, al llegar, oraron por los que se habían convertido, para que recibieran el Espíritu Santo, porque aún no lo habían recibido y solamente habían sido bautizados en el nombre del Señor Jesús. Entonces Pedro y Juan impusieron las manos sobre ellos, y ellos recibieron el Espíritu Santo.
Tiene varios significados: la bendición de Dios que por fe y discernimiento del Espíritu Santotransmitimos a otros, especialmente cuando se ora en grupos; "en el momento de la consagración manifiesta el poder maravilloso de los sacerdotes de convertir el pan y el vino en Cuerpo y Sangre de Cristo" (Catholic.net). La imposición de manos no tiene poder en sí misma, pero si puede ser bien utilizada cuando se hace de corazón y de acuerdo con la palabra de Dios colocando las manos sobre la cabeza de una persona, lo que puede significar en muchos pasajes de la biblia el invocar y transmitir sobre ella el don del Espíritu Santo.
Un saludo especial para todos en este día... les tengo una noticia. Ahora pueden reaccionar a cada una de las entradas colocadas en el Blog Espíritu Cristiano. Todos los días se aprende algo nuevo. Descubrí al fin cómo añadir el "Me gusta" y otros tipos de reacciones en cada entrada del blog para que ustedes, lectores, puedan reaccionar a ellas además de escribir sus comentarios. Por el momento pueden utilizar las siguientes:
"Me gusta"
"Me encanta"
"Me entristece"
"Interesante"
Se aceptan otras sugerencias. Espero sus respuestas muy pronto. Aprovecho para darles nuevamente las gracias por sus visitas.
De acuerdo con ACI Prensa, "con el Domingo de Resurrección comienzan los cincuenta días del tiempo pascual que concluye en Pentecostés. La Octava de Pascua se trata de la primera semana de la Cincuentena; se considera como si fuera un solo día, es decir, el júbilo del Domingo de Pascua se prolonga ocho días seguidos".
Hoy, he querido compartir con ustedes la Lectio Divina de esta semana Octava de Pascua, enlazando las lecturas del calendario que nos ofrecen los frailes de la Orden de Carmelitas en su página. ¡Vivamos la Pascua!
16 de abril - Domingo de Pascua de Resurrección - JUAN 20,1-9
17 de abril - Lunes de la Octava de Pascua - MATEO 28,8-15
18 de abril - Martes de la Octava de Pascua -JUAN 20,11-18
19 de abril - Miércoles de la Octava de Pascua - LUCAS 24,13-35
20 de abril - Jueves de la Octava de Pascua - LUCAS 24,35-48
21 de abril - Viernes de la Octava de Pascua - JUAN 21,1-14
22 de abril - Sábado de la Octava de Pascua - MARCOS 16,9-15
El arzobispo Augusto Trujillo Arango, en
su libro “Sermón de las siete palabras”, describe el momento en que Jesús fue
crucificado, un mediodía en el Calvario, cerca de Jerusalén. Los que pasaban le
insultaban, se burlaban de Él, le injuriaban, repartieron sus vestiduras,
echaron a la suerte su túnica. Pero, ¿cómo respondió Jesús a tanto agravio?
Guardando silencio. Solo elevó a Dios esta oración: “¡Padre!, perdónalos,
porque no saben lo que hacen”.
Jesús, desde la cruz, oró por sus
verdugos, disculpando su pecado con corazón magnánimo y noble; dando testimonio
de aquello que había predicado… amen a
sus enemigos y rueguen por los que les persiguen. El no tuvo rencor ni
albergó venganza, por el contrario, imploró a Dios el perdón y la salvación
para su pueblo. Por eso hoy es nuestro intercesor ante Dios. Por el sacrificio de
Cristo obtenemos el perdón de los pecados.
El perdón que pidió a su Padre
engrandeció su vida y con ello reveló una gran verdad: Dios es un Padre
misericordioso, no desconfiemos de su amor infinito. El Señor nos enseña a
perdonar, a disculpar los errores del prójimo, a dar amor a los enemigos, a
olvidar las ofensas recibidas, a orar por los que nos persiguen y nos hacen
mal, y a dar vida. “Nos saca de nuestros
esquemas, de nuestra mentalidad calculadora, de nuestro corazón egoísta. Y nos
muestra cómo es el corazón del Padre siempre dispuesto a acogernos para
ofrecernos su gracia y su perdón” (Guzmán, 2007).
Delante de la cruz reconozcamos nuestra
condición de pecadores y examinemos nuestra vida. Vamos a quitarnos la venda de
los ojos o los lentes oscuros que simbolizan muchas veces el no querer ver la
realidad, manteniéndonos indiferentes o al margen de las cosas. Es un deber
examinarnos sobre el amor al prójimo, la comunicación con Dios, y los preceptos
evangélicos del perdón y de la misericordia.
Asimismo, la Iglesia nos propone que
tengamos en cuenta la oración, el ayuno y la limosna para vivir como vivió
Jesús, para “vivir según la vida buena del evangelio” (Papa Francisco). ¿Somos sinceros
con nosotros mismo sobre cómo vivir cristianamente?, ¿Realmente nos hemos
preparado para vivir con Cristo el camino de la cruz en este tiempo y alcanzar la
salvación? o ¿preferimos la oscuridad a la luz?
-Dios
nos llama a amar y muchas veces criticamos, odiamos, somos violentos, hacemos
el mal a los demás, sembramos discordia, separamos familias o ponemos barreras
al logro de la paz. No es la soberbia la que soluciona los conflictos, actuemos
con los demás “de lamisma manera como actúa Dios con nosotros”
(Guzmán, 2007). Pidámosle a nuestro Padre que nos perdone y que por medio de
Cristo llegue a nosotros la paz.
-Dios
nos llama a vivir en la luz y muchas veces preferimos las tinieblas; no queremos
darnos cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor para no meternos en problemas.
Nos olvidamos de nuestros semejantes, de apoyarlos, animarlos, acompañarlos y
cuidarlos en los momentos de tristeza y enfermedad; “tratemos a los demás con la misma misericordia que hemos recibido” (Guzmán,
2007). Pidámosle a nuestro Padre que nos perdone y que a ejemplo de Cristo
aprendamos a servir a los demás.
-Dios
nos llama a compartir y muchas veces somos egoístas, rencorosos, poco sensibles
al dolor humano y a ayudar a otros en sus necesidades. Pidámosle a nuestro
Padre que nos perdone y que por medio de Cristo descubramos en cada uno el
sentido verdadero del humanismo.
No seamos verdugos, ni enemigos. Reconozcamos
la gravedad del pecado y tomemos conciencia de cómo obramos. El pecado es
desobediencia, ofende a Dios y al prójimo, mancha el corazón y frena la vida. Debemos
crear conciencia de la gravedad del pecado y de la necesidad de pedir perdón a
Dios. Acerquémonos a otros y miremos a los demás como Jesucristo nos miró desde
la cruz, con amor y perdón.
“Nuestra
experiencia de perdón comienza cuando somos capaces de mirarnos con la
misericordia que Dios nos mira; sabernos amados, perdonados, reconciliados es
un Don divino que Jesús nos invita hoy a "dejar fluir": Atrévete a
dejarte mirar por la misericordia de Dios. ¿Qué podría sanar Dios en ti?
¿Aceptarías que Dios te perdone? Sólo cuando experimentes este perdón que sana
y reconcilia, podrás mirar a tu alrededor y hacer lo mismo con quien te ofende
o te ha ofendido” (Pérez, 2017).
“No
es fácil perdonar de verdad. En nuestra vida siempre tenemos una persona a la
que debemos perdonar, o a quien pedir perdón, quizás empezando por nosotros
mismos. El perdón siempre es una gracia, es un don muy grande, pero solo una
auténtica experiencia del perdón puede sanar nuestras heridas y disponernos
para perdonar a los demás” (Guzmán, 2007).
El perdón abre los horizontes a una vida
nueva, a un mundo mejor. Nos da la oportunidad de estar en paz con Dios, con el
prójimo, con nosotros mismos, con el mundo que se está destruyendo. ¿Qué sería
del mundo si no existiera el perdón? ¿Si no existiera una mano extendida que
pide perdón? ¿Si el que ofende a Dios y al prójimo tuviera que seguir siendo
culpable? ¿Si nadie tuviera derecho al perdón?
Papa Francisco nos dice que “el Señor no se cansa de perdonar, somos
nosotros quienes nos cansamos de pedir perdón”. Todos los pecadores tienen
una promesa de salvación. Nadie está excluido del perdón y la misericordia,
solo debemos pedirlo de todo corazón y buscar reconciliarnos con Dios. Él
siempre responde al que lo busca. Deseemos y busquemos la salvación que Cristo
nos ofrece desde la cruz. Recordemos, además, que para reconciliarnos con Dios
primero es necesario reconciliarnos con el hermano, con el prójimo. Dios acepta
la ofrenda de los que se reconcilian con el hermano.
A Dios le agradaría mucho que esta tarde
de reflexión fuera un día de perdón fraternal. Invoquemos al Padre que está en
el cielo, que es bueno con justos y pecadores, que perdona, que acoge a sus
hijos, que comprende el fondo de la maldad que hay en el corazón humano, y digamos
con corazón contrito y humillado:
“¡Oh Dios!, reconocemos que hemos pecado contra ti y contra
nuestro prójimo; contra nosotros mismos. Perdona nuestros pecados, Señor.
Concédenos alejarnos de todo aquello que no sea digno de ti. Infunde en
nosotros la alegría y el gozo de sentir en nuestra vida tu perdón y
misericordia. Te damos gracias, Jesús, por tu entrega. Danos paz en nuestros
corazones. Queremos ver tu luz y vivir tu palabra plenamente. Queremos
identificarnos contigo. Jesús, quítanos por favor la venda de los ojos para
poder verte siempre como eres. La paz del Señor esté siempre con nosotros.
Amén.